Sonntag, Juni 05, 2011

1 CUENTO DIFERENTE




Jamás entenderías mis sueños; tal vez, nunca podrías imaginarte porque es tan agradable vivir en este lugar tan inhóspito.

A veces, recuerdo esa desagradable impresión tuya, que se ha generado en mi mente: Tu estúpido y alienado rostro sonriente.

Es altamente desconcertante recordar tu psicótica sonrisa. Esa misma sonrisa que reflejaba que en el mundo de tus ideas todo estaba bien; jamás tenías un problema, porque estabas completamente cegada; el sol siempre salía en tu mundo, sólo porque así te lo hicieron creer; tu filistea vida era hermosa, sólo porque creíste, todo el tiempo, que así tenía que ser y nunca, pero nunca, de otra manera. Pensabas que sí el mundo de los demás estaba mal era porque ellos así se lo merecían; seguramente no trabajaban o habían desperdiciado las miles de oportunidades que la maravillosa vida les ofreció cada día, tal y como tú creíste todo el tiempo que era para ti.

Te empeñaste por vivir tu vida al máximo, al cien por ciento y todos y cada uno de tus días; pero la vida que has tenido todo este tiempo jamás existió. Por supuesto, tú crees, exactamente, lo contrario.

Viviste esclavizada a esa sonrisa, así como a ese gran y reluciente espejo que cada día te mintió e hizo adicta a sus adulaciones. Creíste, todo ese tiempo, que la maravillosa vida que te había tocado vivir, era la misma que muchos habían rechazado; y tú jamás entendiste por qué.

Pensaste durante tantos años que un dios magnánimo e inexistente te llenaba de bendiciones a ti y solamente a ti, porque tú lo merecías. Nunca conociste el hambre o la pobreza; y la tristeza que llegaste a sentir fue por cosas banales y tan triviales, que cosas más triviales y superfluas aún, llenaron tus vacíos emocionales; por lo menos eso fue lo que decidiste creer.

Todo el tiempo creíste que las leyes del karma fueron ciertas, por eso te afiliaste a una sociedad filantrópica que incluía descuentos en restaurantes de medio pelo; pensabas que todo estaría bien mientras apadrinaras, de lejitos, a un niño huérfano; tal como si se tratara de un pequeño cachorro sucio y maloliente detrás de una jaula de acrílico.

A pesar de que en tu pútrida y anfibia vida te licenciabas con tantos excesos, tú siempre defendiste, a capa y espada, tu moral de fachada; persiguiendo y señalando, radicalmente, a todo aquel que, a diferencia tuya, no podían o no querían ocultar sus delitos y/o pecados.

Todo, siempre tenía que ser bello y nunca de otra forma e inventaste que podías amar y hasta te enamoraste; si bien no fuiste de las primeras, de entre tus amigas, tampoco podías ser la última. Inventaste una historia inconsciente en tu mente en donde todo tenía que ser genial y hasta creíste emocionarte, en niveles desconcertantes, con cada cosa positiva o negativa que sucediera contigo o con alguno de los tuyos.

Creíste ciegamente que los ciclos de la vida existen; te empeñaste con vivir el gran cuento de hadas, como el resto de tus amigas, o como el de cualquier personaje de ficción. La mejor parte es que incluso trataste de superarte intelectualmente asistiendo a una de esas escuelas privadas de educación superior, y hasta terminaste una licenciatura y una maestría. Difícilmente ejerciste tu profesión porque, justo ahí, tenías que conocer a tu príncipe azul, el mismo con el que engendrarías un par de hermosos y saludables hijos para vivir en una casa de ensueño.

Jamás entenderás que tu vida solo se trata de un ficticio cuento de hagas; que sólo crees que es verdad; pero que algún día dejarán de contarse esta clase de cuentos a toda la humanidad; entonces la humanidad ostentará un nombre distinto.

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