UN POCO DE ESPERANZA...

Diana Lombard:

Hola…
Desde esta terrible distancia sólo puedo decirte que mis deseos son que te encuentres bien y sé perfectamente que será muy difícil saber algo de ti, te encuentres bien o mal.
Creo que sólo me queda la opción de imaginar que te encuentras bien y que has de estar guardada en tu casa; en esa grande y lujosa casa.
Te escribo, porque quiero que sepas una vez más sobre mí…
Ya sabes, sigo siendo el poseedor de esta terrible manía: jamás optar por la derrota; a pesar de que, sé, que ahora no puedes, ni debes desear tener nada que ver conmigo.
Mis ojos casi no me dejan ver, no pueden parar de llorar y pensar que tengo tantas cosas que decirte, y de tantas, ahora, delante de esta estúpida máquina, no puedo decirte nada.
Pero sí, sí hay algo que puedo decirte, además de lo abatido que está mi espíritu y que siento una agonía terrible. Aquello que puedo decirte es que puedes estar completamente tranquila; en efecto, yo jamás conté a nadie, pero a absolutamente a nadie y nunca jamás dije algo sobre nosotros dos.
Por lo tanto, ahora has de saber que, seguramente fue alguien de tu poderosa y rica familia, algún esbirro de tu padrastro o alguno de tus amiguitos ñoños, quien se encargo de ponernos a cada uno tan lejos del otro, tan lejos como jamás habíamos estado.
En este mismo momento, en el que te escribo todo esto, seguramente tú has de estar pensando tantas cosas tan terribles sobre mí, pero sólo yo sé, que tu familia no desea que yo esté cerca de ti y es por eso que te enviarán muy pronto a algún lugar de Europa y que te han contado tanta mierda sobre mí, pero la verdad es que yo sigo manteniendo el pacto entre tú y yo, y si publico esto es porque tengo la esperanza de que te enteres de alguna forma de lo que en realidad ha pasado entre nosotros.
Te juro que mi ser se parte en mil pedazos cuando pienso que ya no volveremos a pasar otro sábado más juntos; que no voy a volver a ver tus inmensos ojos; a respirar de tu aliento; ni a escuchar el sonido de tu respiración o el latido de tu corazón. Pero creo que tengo un poco de esperanza y ojala que algún día te enteres lo que ha pasado en realidad. Espero poder sobrevivir hasta entonces y ojala que no hayas dejado de amarme tanto como tus ojos decían.
Por último, e inmerso en esta terrible depresión, no puedo dejar de decirte lo mucho que eternamente te amaré Di.

Vik.